GUARDIANES DE
LA MEMORIA
San Ignacio de Moxos
es una antigua misión jesuítica de la actual Bolivia, rodeada de pampas,
frondosos bosques e infinidad de cuerpos de agua: ríos, arroyos, lagunas y
zonas pantanosas. Fue cosa del tiempo
y de los hombres que la selva misionera devorara la utopía de una sociedad
justa que trataron de construir los hijos de Loyola antes de su expulsión de
Latinoamérica por defender los derechos de los indios. La música de entonces
sigue sonando en San Ignacio de Moxos, donde son niños, adolescentes y jóvenes quienes
ahora custodian ese tesoro, heredado de sus antepasados.
A los títulos que
ostentaba de “Capital folclórica del departamento del Beni” y “Capital
espiritual de las misiones jesuíticas del Cono Sur americano”, se ha unido
recientemente el que distingue a su fiesta patronal como Patrimonio Cultural
Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Pero bajo esos títulos subyace otro
intangible, que lo señala como la conciencia indígena del oriente boliviano. En
realidad, esa fidelidad a sus raíces es el embrión de todas las demás riquezas
que atesora. Por eso la identidad étnica es su mejor patrimonio.
El Ensamble Moxos, estandarte
del Instituto Superior de Música y Turismo de San Ignacio de Moxos, en el
corazón de la Amazonía, se ha convertido en uno de los principales embajadores
de la Bolivia indígena, pluricultural y multiétnica. Su música reivindica la
identidad y la memoria de un pueblo indígena secularmente oprimido, cuyos
sueños postergados no le impiden reclamar dignidad y un lugar en el mundo, sin
que su lucha cotidiana por la supervivencia, cazando, pescando y cultivando o
desempeñando trabajos mal remunerados por cuenta ajena, le suma en el olvido.
Sus espectáculos, que
han despertado la admiración de crítica y público en escenarios de 17 países de
Europa y América Latina, resumen toda la gama del mestizaje que se produjo
entre la música importada del viejo continente por los jesuitas y las
expresiones nativas, con amplio despliegue coreográfico, incluyendo danzas,
consustanciales a la música en Moxos. Bajo la batuta de Raquel Maldonado,
integran el Ensamble una veintena de niños, adolescentes y jóvenes polivalentes,
porque todos cantan, todos tocan más de un instrumento y todos bailan. Cautivan
porque son espectáculos con identidad.
Detrás del Ensamble
Moxos hay un ambicioso proyecto social y cultural, que enseña música de forma
gratuita a más de 200 niños y adolescentes, en su mayoría indígenas de escasos
recursos económicos. El Ensamble reúne a jóvenes profesores y a sus alumnos más
aventajados. Sus frecuentes giras nacionales e internacionales y la venta de
sus producciones musicales son el sostén principal del Instituto Superior de
Música y Turismo de San Ignacio. Pero la supervivencia no es su único
propósito, sino también el de preservar y difundir el tesoro musical que se
fraguó en las selvas bolivianas con la llegada de los misioneros jesuitas.
Cuando suena el Ensamble Moxos, está sonando la historia.
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